Wednesday, May 15, 2013

Un cuento: Serena.

Serena.

Desde niña Serena tuvo una dulce expresión que tranquilizaba e invitaba a la reflexión a todo aquel que la veía. Tal vez era por su tez morena que acariciaba la vista, o por sus ojos negros, placidos como las noches de diciembre de Omaca. Su carácter apacible semejaba a un arroyo pequeño que apenas y susurra pero vivifica. Por sus cualidades, Serena se acostumbró a ser el centro de atención y a oír elogios a su belleza desde que tuvo uso de razón. “Parece un angelito” – decía su tía Gumercinda. “Más que eso – agregaba, Roque, el panadero – es la viva imagen de la Virgen de los Dolores, vaya que sí lo sabré yo que he ido a su santuario.”

Serena, hija única, era la preferida de las monjas y sacerdotes en la escuela y en la iglesia por su belleza y por su espíritu apacible. Cuando Serena cumplió doce años, el párroco Catarino pidió permiso a sus padres para que la dejaran representar a la patrona del pueblo, la Virgen Perpetuamente Milagrosa, en las fiestas patronales. Ellos accedieron muy honrados y un mes después Serena, sacrosantamente vestida de Virgen, desfiló por la Avenida Real sobre un templete cargado por veinte hombres de los más piadosos e influyentes de Omaca. La llegada de la Virgen cerraba la procesión y significaba el inicio de la semana de las fiestas anuales del pueblo.  
Desde la primer aparición de Serena como virgen, los Omacanences se impresionaron con lo bella que era la niña y lo bien que le quedaba el papel celestial. La noticia de la santa belleza corrió rápidamente por los pueblos vecinos. Tantas eran las alabanzas que se le hacían a Serena que algunas gentes de otros municipios, fueron a Omaca para comprobar si era cierto lo que se decía de la mentada chiquilla. La verdad es que la mayoría de las visitantes eran mujeres arguenderas; iban con la intención de criticar a la dichosa Serena y decir que la virgen de sus respectivos pueblos era mejor que la de Omaca. Sin embrago, después de ver a Serena con su carita de sufrimiento, ningún visitante se atrevió a criticarla. Quedó claro que la virgen de Omaca tenía algo de santa y cuestionar su virtud hubiera sido como cuestionar a la madre de Dios.
Para leer el cuento completo, favor de ir a la siguiente pagina:
 
 
Picture by Hossein Zare
 

3 comments:

Dulcina said...

Hola Carlos.
Bonita historia la de Serena, nombre que la describe bien. Has creado un buen ramillete de personajes, especialmente ese grupo de mujeres que encontramos en todos los pueblos y aldeas, ellas, tan orgullosas, dedicadas a cotillear y a opinar sobre todo lo divino y humano.
Envidias, críticas, bulos, comentarios malintencionados disfrazados de piedad para lograr lo que se quiere.
Hay una cosa que no entiendo en tu relato: el verbo "agasajar" en este párrafo:
"A pesar de su radiante belleza Serena solo tuvo un par de pretendientes, y es que todos los jóvenes de la región la consideraban media santa, verla con ojos lujuriosos era como querer agasajar a la inmaculada".
Lo mismo en tu continente ese verbo tiene un significado distinto que acá donde expresa un halago o regalo afectuoso, nada ofensivo.
Muy bien hilado con un desenlace inesperado.
Un placer leerte siempre.
:)

Dulcina said...

Regreso porque olvidé mencionar que la imagen que ilustra tu historia es maravillosa.

Carlos Ponce-Meléndez said...

Dulcinea, aprecio mucho tus comentarios. Lo que mas me da gusto como escritor es saber que alguien disfruto alguno de mis cuentos o poemas. De seguro que tu, como autora, sabes a que me refiero. Respecto a el termino "agasajar," en Mexico los jovenes lo usaban para describir el goce erotico. No se si siga tenienedo el mismo sentido pues estoy hablando de hace unos 40 anos atras. De cualquier manera agradesco tu observacion pues a mi me facina conocer las variantes de la lengua castellana, por ejemplo cuando fui a Nicaragua me entere que a los borrachos les llaman "bolos." Asi pues andar borracho es andar bolo. Facinante!